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martes, 12 de marzo de 2013

Cinco estrategias para reirte todos los dias.

1. Compagina el ser y el querer ser

Una cosa es lo que somos y otra lo que quisiéramos ser. Parece algo muy claro, pero a veces no lo es tanto. Con frecuencia, confundimos ambos aspectos. Esto sucede especialmente si nos han inculcado un “deber ser” muy rígido, razón por la cual no distinguimos entre la realidad y las expectativas que nos formamos. Cuando esto ocurre es como si siempre estuviéramos en deuda.

Ese “querer ser” y “deber ser” nos impide apreciar y valorar lo que somos. Por ejemplo, somos de estatura baja, pero hemos escuchado tantas burlas o mensajes en contra de los bajitos, que al final despreciamos esa característica nuestra.
Nos intimidamos con los altos o nos ponemos unos aterradores tacones para camuflarnos. En lugar de aprovechar todas aquellas situaciones en las que venir en envase más pequeño es una ventaja. O reírnos de la estatura cuando, ni de puntillas alcanzamos…

2. Desarrolla la inteligencia egoísta

Para aprender a reírse de uno mismo se necesita bajar el volumen al narcisismo y subírselo al egoísmo sano. El narcisismo tiene que ver con el sentimiento de orgullo personal. El egoísmo sano, con buscar el bien y el beneficio para uno mismo, antes que para otros.
Cuando se tiene un sentimiento de orgullo personal muy alto, resulta muy difícil aprender a reírse de uno mismo. En esos casos, hay un deseo de ser el mejor, el más bonito, el más inteligente… Como se trata de un deseo imposible, lo que prima es la frustración.  Este aferramiento a una imagen idealizada de nosotros mismos impide muchas veces que nos riamos de nosotros mismos. Aquellos con un Ego desmesurado, suelen tener una alta frustración a las bromas.
En cambio, al analizar las situaciones de forma egoísta, nos aceptamos como personas incompletas, que deben ante todo, ser fieles a sí mismas. Y resulta más fácil reírnos de nuestros errores o de nuestras fallas, sin tomar en cuenta si quedamos bien o mal con otros. Ahora bien, hablamos del egoísmo sano.

3. Juzgarse con bondad para aprender a reírse de uno mismo

A veces somos unos jueces implacables de nosotros mismos. Nos evaluamos con severidad. No aceptamos nuestros errores y nos fustigamos por ellos. Y muchas veces terminamos exigiéndonos más de lo que podemos dar.
Para aprender a reírse de uno mismo es necesario que antes aprendamos a mirarnos con benevolencia. Esto supone entender que somos seres falibles, incompletos e inacabados. Que hacer, decir o pensar erróneamente no es un grave pecado, sino una debilidad que nos hace más humanos y una oportunidad para mejorar y seguir creciendo.

4. Aprende a ser tu propio cómplice

Si uno no cuenta con uno mismo, no cuenta con nadie. En lugar de tener una voz interior severa e inflexible, deberíamos cultivar otra que sea de apoyo. Hacer esfuerzos por perdonarnos, en lugar de culparnos. Automotivarnos, en lugar de condenarnos. Apreciarnos, en lugar de regañarnos.
«Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Qué me traigan un niño de cinco años!»
-Groucho Marx-
Quien sabe apoyarse a sí mismo no se vuelve más descuidado o negligente. Ser excesivamente severo con uno mismo solo conduce a nutrir el malestar emocional. En cambio, volverse más flexible y amigable, lleva a un mayor equilibrio. A una mejor relación con uno mismo.
Si la sociedad nos impone lo que deberíamos ser y nos percatamos que esto nos daña, la mejor forma es tomarlo con humor. Muchos calvos bromean con que siempre llevan un peine en el bolsillo en lugar de acomplejarse. Y es que ser nosotros mismos nuestro mejor cómplice es la mejor manera de ser felices. De esta forma desactivamos también las críticas de los demás. De todo lo que nos digan podemos hacer humor.

5. Ejercitar la risa

Es bueno buscar la ocasión de reír diariamente. La risa es magnífica para la salud emocional, pero además nos ayuda a ser menos psicorrígidos. Facilita ese proceso de tomarnos la vida menos a pecho y permitir que todo fluya más espontáneamente. Al final, todo ello nos conduce a sentirnos mejor con nosotros mismos.
Como afirman Jáuregui y Fernández (2004) , «el humor proporciona además la chispa necesaria para salir de un atolladero creativo o de un conflicto interpersonal». Así pues, la risa y el humor nos sirve tanto a nivel personal, social como laboral.
Aprender a reírse de uno mismo es fundamental para alcanzar y mantener la salud mental. También facilita mucho el desempeño social. Cuando logramos entender que los sentimientos de orgullo o de soberbia solo están ahí para estorbarnos, damos un gran paso. La humildad, en cambio, nos hace menos sensibles a las críticas, a las burlas y a las opiniones de los demás.


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